Hace algunos días un ataque aéreo israelí mataba a un integrante de un grupo palestino que había estado disparando misiles desde Gaza. Naciones Unidas ha salido al paso ahora con una inusual declaración de sorpresa y desconcierto al saberse la verdad. El fallecido, Awad al-Qiq, era empleado de Naciones Unidas y director de un conocido centro escolar de Gaza. También era el fabricante de misiles en jefe de la yihad Islámica.
Al-Qiq — que como era de esperar, era profesor de ciencias — trabajaba para una de las escuelas gestionadas por la U.N. Relief and Works Agency for Palestine Refugees in the Near East (UNRWA). Ahora que ya no trabaja en el sector de los misiles, el empleo de un individuo “tan respetable” por parte de la agencia de Naciones Unidas dedicada a los refugiados palestinos en exclusiva merece una explicación.
En un nuevo informe del Centro de Investigación Global de Asuntos Internacionales firmado por el profesor Barry Rubin y este autor, “La UNRWA: Refugio del rechazo a la existencia de Israel,” se argumenta que esta entidad es una importante causa de la continuación del conflicto árabe israelí, la incitación de toda una generación de palestinos a la violencia terrorista, y hasta del sufrimiento de los propios refugiados.
La recomendación del informe es simple y factible: La UNRWA debería ser disuelta y sus funciones distribuirse entre el Alto Comisionado para los Refugiados de Naciones Unidas (UNHCR), mucho más eficaz y despolitizado, y la Autoridad Palestina (AP).
Desde que Hamas llegase al poder en 2006, los palestinos del nuevo estado islámico de Gaza han venido pidiendo a gritos cada vez más ayuda de la UNRWA. Históricamente, la UNRWA ha sido el principal vehículo para la perpetuación del conflicto árabe-israelí dentro de Naciones Unidas. Mientras que en tiempos estaba a cargo de reasentar a los palestinos, su mandato en las últimas décadas ha consistido en mantenerlos dentro de los campamentos en los que los estados árabes los abandonaron hace alrededor de 60 años. La educación, la sanidad y la formación vocacional básica están garantizados, lo justo para mantener como “refugiados” a los palestinos. La UNRWA es un aparato que mantiene el estatus quo -- una gigantesca burocracia sin incentivos para avanzar una resolución del problema de los refugiados palestinos. Este acuerdo se presta a abusos.
Como uno de los mayores patronos en los países anfitriones de campamentos de refugiados palestinos, la UNRWA se abastece de personal principalmente a través de los palestinos locales -- más de 23.000 de ellos, siendo apenas alrededor un centenar el personal profesional de Naciones Unidas. El patrón de contratación dentro de la población empleada es un único dentro del sistema de Naciones Unidas. En contraste, la UNICEF (por citar un ejemplo) evita contratar a locales que también son receptores de los servicios de la agencia, al considerarlo conflicto de intereses. La burocracia de la UNRWA ha dado lugar a una infraestructura para la dependencia de los palestinos. Los refugiados, en su tercera generación ya, dependen de los servicios que proporciona la agencia y no tienen ningún incentivo para planificar o implementar soluciones que puedan poner en peligro su sustento al hacer obsoletos los servicios de la UNRWA.
Fue bajo la dirección del comisario de la UNRWA Peter Hansen, la complicidad de la organización con el terror quedaba públicamente en evidencia. En unas declaraciones a la Canadian Broadcasting Corporation, Hansen reconocía: “Estoy seguro de que hay miembros de Hamas en la nómina de la UNRWA” y “yo no lo veo como un crimen.”
Dato que la agenda genocida de Hamas se ha vuelto imposible de encubrir, la UNRWA ha empezado a recurrir a expresiones de sorpresa y promesas de “tolerancia cero.” Para algunos, la afinidad de la UNRWA con el terrorismo no constituye un defecto, sino un valor añadido que manifiesta “diversidad.” Como observa Rashid Khalidi, profesor Edward Said de estudios árabes de la Universidad de Columbia, “las instituciones humanitarias y de caridad por toda Palestina emplean personal al margen de afiliaciones sectarias o políticas y ofrecen servicios según un criterio similar. De ahí que la UNRWA, la instituciones dirigidas por ONG y los hospitales y clínicas públicos, por ejemplo, den trabajo a miembros de grupos políticos diferentes como Fatah, el Frente Popular para la Liberación de Palestina, Hamas o la yihad Islámica, sin hacer ninguna referencia a su pertenencia a un grupo concreto."
Al buscar formas de perseguir el terrorismo y la actividad terrorista, examinar la UNRWA es un buen punto de partida. Los dólares del contribuyente norteamericano sufragan alrededor de la tercera parte del presupuesto de operaciones de la agencia. La UNRWA proporciona comida, medicinas, ayuda económica, puestos de trabajo, educación radical, oportunidades políticas y hasta asistencia logística a Hamas y otros grupos extremistas. El presupuesto de la UNRWA, que supera los 365 millones de dólares, es aportado por muchas naciones, pero Estados Unidos y otras naciones occidentales son los mayores donantes.
Suspender la financiación del presupuesto de la UNRWA iría en detrimento de Hamas en Gaza, que se vería obligado o bien a proporcionar los servicios a los palestinos, o a admitir que no tiene intención de hacerlo. También enviaría un importante mensaje a Naciones Unidas, que perpetúa el problema de los refugiados palestinos y da legitimidad a grupos como Hamas a través de la contínua existencia de la UNRWA.
Transferir los servicios de la UNRWA a las demás agencias, sobre todo el Alto Comisionado para los Refugiados, que tiene una experiencia larga y productiva, sería otra maniobra importante. Y finalmente, hacer que de verdad la Autoridad Palestina asuma la responsabilidad de los servicios sociales si va a gobernar realmente al pueblo palestino enviaría una señal a todas las partes de que un futuro estado de Palestina estaría preparado para vivir en paz con sus vecinos y consigo mismo.