El mes pasado, los palestinos conmemoraron el 59 aniversario de la al-Nakba ("la catástrofe"), un día de "luto" por el establecimiento del estado de Israel moderno el 15 de mayo de 1948. En cierto sentido, la Naqba es la quintaesencia que separa la experiencia histórica de los palestinos de la de los restantes grupos árabes musulmanes, y que forja su identidad nacional única.
Vale la pena notar que los palestinos utilizan para conmemorar su día nacional la misma fecha en que Israel declaraba su independencia. Como es el caso con gran parte de la sociedad y la cultura de los palestinos, son las acciones de sus vecinos judíos -- no nada propio que hagan ellos -- el objeto constante de su atención. Lo cual nos lleva a la pregunta: ¿cuál es exactamente la verdadera "catástrofe"? Teniendo en cuenta que la conmemoración de la Naqba de este año se ha visto eclipsada por la anarquía y los combates internos en Gaza, muchos palestinos afirman que la verdadera Naqba es la falta de unidad en su sociedad. En la práctica, este faccionalismo interno es citado con frecuencia por los palestinos como uno de los motivos clave de perder desde el principio durante la guerra de 1948 de oposición a la formación de Israel.
Quizá. Pero es mirar a un aspecto diferente de los sucesos de la Naqba de este año lo que nos da una explicación mejor de cuál es verdaderamente el problema de los palestinos.
Esa mañana del 15 de mayo, Hamas utilizaba morteros, misiles y armas automáticas para bombardear a un contingente de la Guardia Presidencial perteneciente a Fatah que estaba destacado cerca del paso fronterizo de Karni con Israel. Hamas alcanzó entonces a un todoterreno que transportaba refuerzos de Fatah, y se aseguró de que sus objetivos estuvieran muertos disparándoles en la nuca a bocajarro. Cuando el tiroteo acabó, 10 miembros de Fatah yacían muertos, y una cifra similar de heridos.
Consciente de pronto de que la masacre sin provocación podría haber ido demasiado lejos, Hamas anunciaba que había sido Israel quien había matado a los miembros de Fatah y había amenazado a los periodistas para que informasen de lo contrario. A continuación, en un giro verdaderamente perverso, Hamas lanzaba más de 20 proyectiles contra la ciudad israelí de Sderot con el fin de "cobrarse venganza" por la masacre que ellos mismos habían cometido.
Teniendo en cuenta las aplastantes evidencias y los relatos de los testigos presenciales, estaba claro para la mayor parte de los palestinos que Hamas había cometido la masacre. Aún así, al intentar explicar la causa de la presente lucha interna, varios palestinos, incluyendo al jefe de la oficina política de Hamas en funciones, Musa Abú Marzouk, insistían en que Israel era el culpable de alguna manera.
Esta es la verdadera Naqba de los palestinos, el desastre raíz del sufrimiento de los palestinos incluso desde antes de 1948: en lugar de asumir la responsabilidad de su papel a la hora de modelar su propio destino, virtualmente a cada ocasión, los palestinos retuercen su visión del mundo con el fin de achacar la culpa exclusivamente a Israel. No hay conciencia propia, no existe autocrítica. No hay ninguna sensación de rendir cuentas.
Desde la Guerra de los Seis Días de 1967, esta tendencia no ha hecho más que empeorar. Con demasiada frecuencia los palestinos afirman que vivir bajo ocupación israelí "les ha empujado al terrorismo", como si no tuvieran otra elección que entrar en una cafetería y volar por los aires a la gente sentada allí. Tal enfoque no solamente ignora el terrorismo palestino pre-1967 (y realmente pre-1948). También omite reconocer intencionadamente que la historia tiene numerosos ejemplos de movimientos no violentos que fueron mucho más eficaces a la hora de lograr sus objetivos.
Pero la parte más desafortunada del destino de los palestinos es que tienen tantos partidarios en todo el mundo (incluyendo segmentos significativos del público israelí) que no estaban destinados en ningún sentido a la pobreza y la miseria en la que se encuentran hoy. Ciertamente no estaban destinados a permanecer sin estado casi 60 años después de que Naciones Unidas aprobase el plan de partición.
La lección es que solamente cuando los palestinos, dirección y público por igual, comiencen a examinar cómo sus propias acciones son la causa principal del lamentable estado en el que se encuentran, existirá una posibilidad de mejorar. Y una vez que la autocrítica verdadera tenga lugar, y comiencen a asumir la responsabilidad de su destino colectivo, el pueblo palestino será capaz de ayudarse mucho más de lo que han sido capaces todas las demás naciones del mundo.